Por: Jorge Arturo Bravo
EL DESPERTADOR DEL SUR
Por allá en las décadas de los ochenta y noventa, en ese recorrido por el bello camino del periodismo, aunque por encima de todo soy Maestro, tuve la hermosa oportunidad, en varios seminarios de periodismo de tener, como Maestro, al periodista y escritor Javier Darío Restrepo, recordado como “El Padre del Periodismo Ético”. De verdad que era hermoso escuchar y participar de sus disertaciones sobre, cómo hacer un periodismo ético, crítico y responsable.
Y una de tantas recomendaciones que nos hacía a los asistentes, hablando de la entrevista, por ejemplo, era que: “jamás usted como periodista debe tutear al entrevistado, pues eso constituye un irrespeto” -decía- y lo mismo pensaba Jaime Enríquez Sansón, otro Maestro del periodismo.
Hago esta corta introducción, recordando a este ilustre periodista ya desaparecido, para referirme, con el respeto que se merecen, a muchos de nuestros periodistas locales, de radio, prensa y televisión, salvo muy pocas excepciones, que, talvez, creyéndose los “súper” periodistas, les ha dado por tutear a las personas que están entrevistando, sin importarles, en algunos casos, el rango y roll que ellos juegan en la sociedad,
Como dice Edgar Hozzman y lo compartimos plenamente, “no hace falta ir a la universidad, para aprender a respetar a las personas y tratarla de usted”, cualquiera que sea su edad; aunque esta forma de tratar viene desde cuna, yo como Maestro que fui durante más de 40 años, jamás tuteé a un estudiante porque ellos, como todas las personas, merecen todo nuestro respeto y esto deben entenderlo los nuevos periodistas.
¿Así pues, tutear al entrevistado, es creerse igual o superior a él, y esto, en verdad, sí que es un irrespeto a nuestro interlocutor, a nuestro entrevistado, “así seamos amigos”, pues acaso no decimos que el periodista educa y también enseña? Además, creo que, en ninguna facultad de periodismo, enseña a tutear. Dejemos, entonces como periodistas, como maestros de tutear a los entrevistados. Y recuerde: la grandeza no está en los títulos que ostente, la grandeza está en la sencillez.