Gaza, hambre y dolor 

Por Alejandro Rosero Montenegro- Yuyay

Comunicador Social Periodista.

Cuando estaba terminando estas líneas avanzaba, aún, la lectura del fallo en el caso Álvaro Uribe Vélez, razón por la cual decidí hablar de un tema que me impacta más que las victorias y derrotas políticas que quedarán tras la sentencia final, por encima de la importancia del acto judicial como tal. 

Quiero hablar de lo que sigue pasando en la franja de Gaza, ese territorio superhabitado donde la guerra sigue dejando escenas de dolor en donde los protagonistas principales son los niños y niñas que como fantasmas aparecen en las imágenes con sus cuerpos derrotados, ni siquiera lágrimas se pueden ver por el alto nivel de desnutrición y deshidratación.

Esqueletos forrados de piel abriendo sus ojos implorando por algo de comida, teteros llenos de agua saborizada, largas filas para acceder a agua en un carro tanque o cercas de alambre de púas saturadas por niños, niñas y adultos mayores que con una olla o un balde tratan de recibir algo de sopa caliente para repartir entre sus familias: son las doloridas imágenes que nos llegan a través de los medios alternativos. 

Peor aún, hay imágenes de militares israelíes abordando barcos con ayudas humanitarias que intentan llegar a la franja cargados de leche de fórmula y suplementos alimenticios para frenar la masacre de niños y niñas que cada día ocurren por el hambre y por los propios ataques con bombardeos por parte del Estado de Israel. Ojo, dije Estado de Israel no pueblo de Israel, que es muy distinto.  

La desfachatez de Netanyahu al asegurar que la ayuda llega sin problemas no puede ser más mentirosa. Al día, según información de la ONU, están entrando 9 camiones con ayuda, pero se necesitan al menos 200 para minimizar los daños de la ocupación Israelí. Duele igual o peor, la indiferencia de los grandes dueños de la economía mundial que permiten el genocidio.

La guerra siempre será un monstruo grande, más aún cuando no se respetan las reglas de la misma que surgieron después de la segunda guerra mundial que, paradójicamente, también le dio origen al Estado de Israel. El pueblo elegido por Dios no está en este territorio, se perdió en medio de una guerra sin sentido cobijada por el terrorismo de unos, la salvaje guerra de otros y la indiferencia de los demás.