UN DESEMPLEADO MÁS

Por: Alejandro Rosero Montenegro, Comunicador Social Periodista

YUYAY

En este martes se cumplen 11 días desde que me quedé sin trabajo, en 25 años de labores es la segunda vez que me ocurre, pero es evidente que las circunstancias son muy distintas.

Este tiempo me ha dado la oportunidad de encontrarme con la realidad de la verdadera amistad, porque fueron muchas las voces de apoyo tras mi salida de RCN Radio, pero muy pocos los que realmente se comprometieron con ayudar en serio. A esas personas que siempre están ahí, de manera especial en los ratos difíciles, mi agradecimiento eterno por las buenas energías y el apoyo en la búsqueda de una nueva opción laboral.

Duele, eso sí, encontrarse con las verdaderas caras de algunas personas que durante estos años se mostraron con cierta cercanía, pero, apenas se confirmó mi cese laboral hasta se atrevieron a recomendarme buscar trabajo en tal o cual carpa política, como si en el desarrollo de mi trabajo hubiese mostrado alguna inclinación politiquera. Jamás lo verán o lo escucharán de nadie en mis acciones periodísticas, cumplí con la premisa de decir lo que hay que decir en el momento debido, así ello incomode, porque el periodista está para eso, no para cobijarse con la cobija de un gobierno o los intereses de la economía salvaje.

Pero estos días me han permitido encontrarme con hechos que no estaban en mi antigua rutina, por ejemplo, ayer estuve en el mercado del Tejar comprando frutas y verduras y fui testigo del regateo en los precios y las dificultades que tienen las personas que viven de las ventas en un puesto al interior del mercado, teniendo en cuenta que a las afueras la cantidad de carretas y vendedores informales también les hacen contrapeso a esas madres cabeza de familia, en su mayoría.

Caminé el centro, en días pasados, con otra  visión, como un simple transeúnte disfruté de la peatonalización del cerro histórico y me contrarié con la invasión de las carretas en la calle 17 y las carreras 22 y 23, pareciera como si en estos 11 días se hubieran multiplicado, si hasta ganas de convertirme en uno de ellos, imagínense:  no pago arriendo, no pago impuestos y cuando intentan reubicarme me da por pedir casa, carro y hasta beca y, mientras se cumple con la misión de la administración, seguimos ocupando el espacio público.

Hoy voy a salir otra vez a ver cómo van las cosas y de paso saludar a don Rodolfo el de los chupones, al Luchito Flórez el embellecedor de calzado o quizá me acerque a Mesías Ortega el ciego que canta en la iglesia de San Juan o visite a Jimmy Narváez en su negocio de celulares, o simplemente me pare en la esquina de la plaza de Nariño para encontrarme con los Periodistas veteranos y empiece a guardar un puesto en la tertulia matutina de los que ya alcanzaron pensión, claro, a mí faltan varios años para ser parte de ese exclusivo club, sin embargo, en medio de la inactividad encontrarse con cualquiera de los anteriores termina siendo un buen plan.